Entre mundos. Días de silencio y apertura energética

Sentido ancestral

Hay momentos del año en los que el ritmo de la Tierra cambia.
El aire se vuelve más denso, las emociones más vivas y la intuición más clara.
Entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre se abre uno de esos portales: días en los que el velo entre mundos se afina y la frontera entre lo visible y lo invisible casi desaparece. (yo recomiendo desde el 30 al 2 seguir estos consejos)

No es casualidad que muchas culturas antiguas reconocieran este periodo como el tránsito entre la vida y la muerte, entre la cosecha y el descanso, entre lo que fue y lo que está por venir.
Los celtas lo llamaban Samhain, los pueblos prehispánicos lo honraban como el Día de los Muertos, y en la tradición cristiana se transformó en la conmemoración de Todos los Santos.
Más allá del nombre, todas estas celebraciones comparten un mismo propósito: honrar la continuidad del alma y reconocer que la existencia no se detiene, sino que se transforma.

Desde una mirada energética, estos días no son un misterio oscuro, sino un proceso natural de la Tierra, que también se apaga, se recoge y se prepara para renacer.
El alma colectiva, al igual que la naturaleza, entra en un estado de pausa sagrada, donde la materia se ralentiza y el espíritu se vuelve más audible.

En este intervalo entre mundos, los seres humanos —sobre todo los más sensibles— percibimos con más claridad los movimientos del alma.
Las emociones se intensifican, las memorias se activan, los sueños se vuelven lúcidos.
No es casualidad: estamos transitando una fase en la que el alma se sumerge en su propio silencio, en la oscuridad fértil donde todo renace.

Este tiempo invita a honrar los ciclos, a comprender que nada muere sin propósito y que cada cierre contiene en sí la semilla de un nuevo comienzo.
Es un llamado a mirar atrás con gratitud, reconocer lo aprendido y permitir que la energía que ya no pertenece a tu presente se disuelva suavemente, sin lucha ni resistencia.

Durante estos días, la consigna no es avanzar ni buscar respuestas, sino escuchar, sentir y recordar.
Recordar quién eres más allá del ruido, más allá de los roles, más allá del tiempo.
Porque cuando el velo se adelgaza, la verdad del alma se hace visible.
Y en esa claridad, el silencio se convierte en tu guía más sabia.

 

Una sensibilidad amplificada

Durante estos días, el cuerpo y el alma se vuelven más permeables. Las fronteras entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que percibimos del entorno se difuminan. De repente, puedes notar el ambiente más denso, los sonidos más intensos, las emociones más vivas. O sentirte agotada sin una causa aparente, con una mente que oscila entre la claridad y el desconcierto.

No estás desequilibrada: estás más abierta. Tu campo energético se ajusta a la vibración del planeta, que en este punto del año desciende su ritmo para permitir el descanso de la materia y la activación de lo invisible. Es lo que en lenguaje energético llamamos descenso de frecuencia para integración de luz. El cuerpo, al ser el puente entre alma y tierra, lo percibe con intensidad.

Es probable que notes:

  • Un sueño más ligero o, al contrario, una necesidad profunda de dormir más horas.
  • Momentos de hipersensibilidad emocional o llanto sin motivo.
  • La mente más dispersa o la sensación de estar “fuera del tiempo”.
  • Recuerdos antiguos, sueños lúcidos o visiones sutiles.

Nada de eso es extraño. Son formas en que la conciencia se expande y se reajusta. El alma utiliza estos días para liberar emociones retenidas, restaurar códigos antiguos y abrir espacio para lo nuevo.

Por eso, la recomendación de los guías es clara: no fuerces el movimiento. No trates de “arreglarte”, comprenderlo todo o mantener el mismo nivel de actividad. Tu cuerpo es un templo vivo que está procesando información energética y necesita silencio, descanso y suavidad.

Imagina que estás atravesando una actualización completa de tu sistema interno. Como si cada célula, cada pensamiento y cada emoción estuvieran reordenándose hacia una nueva versión de ti misma. Eso requiere energía. Y para que la energía se asiente, es necesario dejar de empujar.

Estos días son un recordatorio de que la sensibilidad no es una debilidad, sino una antena. Una antena que te conecta con los planos donde reside la verdadera información. Cuando te permites sentir sin juicio, esa sensibilidad se convierte en sabiduría.

El alma te pide que escuches lo que hay detrás de cada sensación: 

  • el cansancio te dice “descansa”; 
  • la tristeza te susurra “suéltame”;
  • la ansiedad te muestra dónde aún intentas controlar.

Tu tarea no es analizar, sino acompañar. Acompañarte como lo harías con un niño que se asusta en la oscuridad: con ternura, sin prisa, con presencia.

Estos días, el alma no necesita productividad, sino amparo. Y ese amparo empieza por ti: por cómo te hablas, cómo te tratas, cómo te permites simplemente ser.

 

El reflejo de estas energías en el proceso de llamas gemelas

Cuando el velo se vuelve fino, no solo se abren los canales hacia los planos espirituales; también se activan los puentes internos entre las almas que comparten un mismo propósito evolutivo.
En el proceso de las llamas gemelas, estos días suelen remover con fuerza las memorias compartidas, los acuerdos pendientes y las lecciones que aún están integrándose en el alma individual.

La energía de finales de octubre y comienzos de noviembre actúa como un espejo.
Todo lo que está en desequilibrio dentro de ti —expectativas, apegos, miedos, resistencias— se refleja en la conexión con tu llama. No como castigo, sino como una oportunidad de claridad. Cuando la frecuencia planetaria desciende para integrarse, el vínculo también se reconfigura: la energía se reorganiza para que cada alma recupere su centro.

Por eso, durante estos días puedes sentir:

  • Un aumento de la nostalgia o la sensación de pérdida.
  • Sueños intensos o reencuentros simbólicos con tu llama.
  • Conexión telepática, presión en el pecho o vibraciones en el corazón.
  • La necesidad de silencio, retiro o distanciamiento energético.

Nada de esto es casual. Son señales de que el alma está reajustando su polaridad interior: la unión interna entre energía masculina y femenina. Cuando una llama entra en un periodo de introspección, la otra también lo siente, porque comparten un campo común.

Este momento no busca la unión externa, sino la purificación de los canales por donde esa unión se sostiene. Por eso, puede parecer que la distancia se amplía o que el contacto se enfría. Pero en realidad, lo que está ocurriendo es una recodificación de la frecuencia del amor: del amor condicionado al amor esencial.

La energía te invita a no buscar, no forzar, no reclamar.
Si intentas sostener desde la mente o el control, el vínculo se tensiona.
Si sueltas y permites que el alma haga su trabajo, la conexión se purifica de manera natural.

Este portal entre mundos abre un espacio de sanación profunda entre las llamas que ya han iniciado su camino de consciencia.
En muchos casos, se cerrarán lazos kármicos, se liberarán promesas antiguas o pactos de dolor.
El propósito no es “reunirse” en lo físico, sino reunirse dentro: restaurar la unión con tu propia esencia.

Durante estos días, recuerda:

  • Si tu llama aparece en sueños, escucha el mensaje, pero no busques interpretar todo.
  • Si sientes su energía, agradécele y vuelve a ti.
  • Si hay distancia o silencio, confía: el alma trabaja en segundo plano.

Las energías de este periodo son de reajuste, no de movimiento externo. Son días para sostener la paz interna, incluso si el vínculo parece moverse en dirección contraria. Porque a nivel del alma, todo se está ordenando.

El reencuentro real no sucede cuando ambos intentan encontrarse, sino cuando cada uno se encuentra a sí mismo. Y este portal —donde lo visible y lo invisible se tocan— es el escenario perfecto para dar ese paso.

 

Evita rituales y grandes decisiones

Cuando el velo se afina, el ego suele sentir la tentación de “hacer algo” para aprovechar la energía: rituales, decretos, peticiones, movimientos para abrir portales o acelerar procesos.
Pero en realidad, este no es un tiempo para intervenir, sino para escuchar.

El alma no necesita empujes en días como estos. El campo energético de la Tierra está tan activo que cualquier intención forzada puede desestabilizar lo que la naturaleza ya está haciendo por sí misma. No es un momento para “mover” energía, sino para dejar que la energía se mueva sola, a su ritmo, en la dirección que el alma necesite.

En estos días el cuerpo espiritual trabaja en silencio, liberando memorias y reajustando los filamentos energéticos que conectan el alma con su linaje, con sus guías y con su propósito.
Por eso, cualquier intento de intervenir desde la mente o el deseo puede interferir en ese proceso de manera innecesaria.

No se trata de renunciar a lo sagrado, sino de simplificarlo.
Un gesto consciente, hecho con presencia, tiene más poder que un ritual complejo cargado de expectativas.

Puedes simplemente encender una vela si lo sientes, no como petición, sino como acto de presencia.
Puedes agradecer en silencio a tus ancestros, dedicar unos minutos a respirar y sostener el recuerdo de quienes te precedieron.
O puedes dejar que la meditación guiada “Entre mundos: el reencuentro del alma” te acompañe a recorrer ese espacio interior donde la comunicación con tus guías y con tus seres de luz ocurre de manera natural.

Nada más es necesario.
De hecho, cuanto más te rindes al silencio, más escuchas.
El verdadero poder de estos días está en la receptividad, no en la acción.

Cuando intentamos abrir portales de forma consciente, sin comprender la frecuencia que estamos manejando, corremos el riesgo de desajustar nuestro campo y saturar la mente con información que el cuerpo aún no puede integrar.
Pero si confías en que el alma ya sabe qué necesita liberar, el proceso se vuelve suave, natural y profundamente reparador.

El equilibrio llega cuando entiendes que la energía no se “hace”: se siente. Y que cada experiencia que llega —una emoción, un recuerdo, una visión— es en sí misma un mensaje. No hace falta buscarlo fuera.

Así que estos días, en lugar de rituales, permítete quietud.
Agradece, observa, escribe lo que sientes.
Deja que el fuego interno se mantenga vivo sin necesidad de manipularlo.
El alma sabrá cuándo y cómo transformar ese fuego en acción consciente.

Y si deseas honrar a tus ancestros y conectar contigo, te dejo también una guía sencilla y consciente para construir tu propio altar y algunos tips.
Un espacio de luz, gratitud y reconexión con tus raíces.
👉 Cómo crear tu altar y honrar a tus ancestros

Consejos prácticos para estos días

Estos días no son para hacer más, sino para ser más consciente. No para ir hacia fuera, sino para volver dentro. La energía entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre nos invita a soltar la exigencia de productividad, de claridad o de control, y a recordar que hay procesos que solo florecen cuando dejamos de interferir.

Aquí tienes una guía sencilla para acompañarte desde el cuerpo, la emoción y el alma:

1. Baja el ritmo

El sistema nervioso necesita descanso. Si te sientes más cansada, desorientada o con cambios de humor, no te presiones.
El cuerpo está ajustando información de muchos planos a la vez. Permítete momentos de quietud, silencio o simplemente estar sin hacer nada.
Esa pausa también es parte del proceso.

2. Duerme más

Durante estos días, el alma trabaja mientras duermes. El sueño se vuelve una herramienta de depuración y reordenamiento interno.
Si puedes, acuéstate antes, apaga el móvil con antelación y deja que tu cuerpo se recargue. No te preocupes si tienes sueños extraños, lúcidos o con símbolos.
Tu subconsciente está comunicándose contigo. Anótalos sin analizar demasiado.

3. Evita tomar decisiones definitivas

Aunque la energía pueda sentirse intensa, confusa o incluso reveladora, evita actuar impulsivamente.
El velo fino distorsiona la percepción mental y amplifica las emociones. Lo que hoy parece una certeza puede transformarse en claridad distinta unos días después. Deja que todo se asiente. El 3 o 4 de noviembre tendrás una visión más limpia y equilibrada.

4. Escucha tus sueños y tus señales

Durante este periodo, la comunicación con tus guías y ancestros se vuelve más directa. Ellos se manifiestan a través de símbolos, canciones, números, frases o encuentros casuales.
No hace falta buscarles: la señal llega sola.
Solo necesitas atención y apertura. Si algo se repite, si te emociona o te da paz, es una guía. Anótala y obsérvala en los días siguientes.

5. Abraza tus emociones sin interpretarlas

Si te invade la tristeza, la nostalgia o la irritabilidad, no las rechaces.
Las emociones en este portal no son obstáculo: son el medio a través del cual el alma limpia y libera. Permite que se muevan sin intentar entenderlas o justificarlas.
A veces el alma llora por memorias antiguas que ni siquiera recuerdas. Simplemente respira y acompaña ese movimiento con ternura.

6. Nutre tu cuerpo con amor

El cuerpo físico es el canal por el que la luz se ancla en la materia.
Trátalo como a un templo. Come sencillo, pero con presencia. Evita excesos de estimulación, alcohol o comidas muy densas.
Prefiere caldos, raíces, infusiones templadas, frutas suaves, alimentos que conecten con la tierra. Así ayudarás a que la energía se asiente y el sistema nervioso se equilibre.

7. Busca espacios naturales o silencio

Si puedes, camina descalza, toca un árbol o simplemente contempla el cielo.
La naturaleza es la forma más pura de meditación. Cuando el velo se vuelve fino, los elementos (tierra, aire, fuego, agua) actúan como guardianes que ayudan a reequilibrar la energía y limpiar la mente.
Un paseo tranquilo puede ser más sanador que cualquier práctica espiritual.

 

Estos consejos no son reglas, sino recordatorios.

  • Tú sabrás qué necesita tu cuerpo y qué te pide tu alma.
  • Confía en tu intuición.
  • Lo más importante es que te acompañes con cariño y presencia.
  • En esta etapa, la suavidad es fuerza y el silencio es una forma de oración.

 

El propósito profundo de este portal

El periodo entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre no es un simple cambio de calendario, sino un paso de frecuencia.
Durante unos días, el velo que separa los mundos —el visible y el invisible, el consciente y el inconsciente— se adelgaza hasta casi desaparecer. Y en ese punto de unión, donde la materia y el espíritu se tocan, el alma recuerda de dónde viene y hacia dónde va.

No se trata de “protegerse” del mundo espiritual, sino de acompañar conscientemente la transformación. El velo fino no trae peligro, trae claridad. Pero esa claridad no llega en forma de explicación, sino como un suspiro del alma que dice: “ya basta de luchar contra lo inevitable”.

En realidad, estos días marcan un final y un inicio. Una muerte simbólica y una preparación para renacer.
La energía de la Tierra entra en silencio, y el alma colectiva también.
Por eso muchas personas sienten tristeza, soledad o cansancio: el alma está despidiéndose de una identidad antigua para poder expandirse hacia una versión más luminosa y real.

A nivel individual, este portal te invita a mirar hacia atrás con amor, no con culpa. A reconocer los vínculos, las decisiones, las etapas que te construyeron.
No para aferrarte a ellas, sino para agradecer lo vivido y liberar lo que ya cumplió su propósito.

La vida no te pide perfección, te pide presencia. Te pide dejar de exigirte y simplemente sostenerte en el punto exacto en el que estás. Este es el espacio donde se gesta lo nuevo.

Por eso, estos días no están hechos para hacer, sino para ser. Para caminar despacio, escuchar la respiración de la Tierra, sentir el pulso de la vida que sigue latiendo dentro de ti.
Es un tiempo para honrar a quienes vinieron antes —los ancestros, los guías, las versiones pasadas de ti— y permitir que su sabiduría te atraviese.

La transformación no ocurre cuando luchas contra lo que muere, sino cuando le das las gracias y lo dejas marchar. Solo así lo nuevo encuentra espacio para manifestarse.

En el silencio de lo invisible, la vida se reordena. Y si escuchas con atención, oirás a tu alma susurrarte el siguiente paso, sin necesidad de palabras.

Porque el propósito de este portal no es abrir puertas externas, sino recordarte que todas las puertas ya están dentro de ti. Y que cada una de ellas conduce, inevitablemente, a casa: a tu corazón.

 

Un espacio para escuchar el alma

Estos días no necesitan grandes movimientos ni respuestas inmediatas.
Solo necesitan presencia, silencio y escucha. A veces el alma habla bajito, y para oírla hay que permitir que todo lo demás se calme.

Si sientes el llamado a profundizar en esta energía y vivir el tránsito entre mundos desde la calma, te invito a realizar la meditación guiada que acompaña este artículo:
“Entre mundos: el reencuentro del alma”, un viaje canalizado para conectar con tus guías, tus ancestros y tu propia sabiduría interior.

A través de esta meditación, aprenderás a sentir la presencia que te acompaña, a reconocer los mensajes que llegan desde planos más sutiles y a regresar al aquí y ahora con una frecuencia más clara y amorosa.

Puedes escucharla aquí:
👉 Meditación guiada “Entre mundos: el reencuentro del alma 

Te dejo el enlace del artículo de nuevo por si: deseas honrar a tus ancestros y conectar contigo, de forma sencilla y consciente para construir tu propio altar y algunos tips.
Un espacio de luz, gratitud y reconexión con tus raíces.
👉 Cómo crear tu altar y honrar a tus ancestros

Recuerda:
No estás sola en este tránsito.
Los planos se unen, las almas se reconocen y la vida, desde su sabiduría infinita, te acompaña a renacer.

Respira.
Agradece.
Suelta.

El resto… lo hará la Luz.

 

 

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Pilar @serevolucion5d

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